martes, 11 de mayo de 2010

Las olas en Gorliz

Se van juntando cuando vienen
en tropel,
orgullosas y alborotadas,
enseñando sus alas blancas,
cuando se acercan y divisan la bahía
bajan la cabeza,
al tocar la arena, siempre limpia,
se humillan
y llegan pidiendo permiso,
tienen suerte de morir ahí,
como mariposas de mar,
justo lamen la orilla
para llevarse algo de ese sabor en el último momento,
se paran un instante, una milésima,
miran tristes,
ni van ni vienen,
y mueren.

Prefiero otra cosa

Prefiero otra cosa

Prefiero algo diferente
que las noticias para entender qué pasa hoy.
Mejor abrir una ventana.
Prefiero
leer una poesía por la mañana
para saber el día que tendré,
que ver mi agenda, la que no tengo,
preferiría oírte
para saber como estoy,
que mirarme al espejo
y ver el reflejo de mi sombra,
prefiero escuchar a Bunbury
y me diga de dónde vendrá el viento,
esta noche,
por si hay un huracán
y ponerme de lado,
es mejor que nos cuente Biedma
como será mañana por la noche, hermano,
y seguiremos sus pasos,
que nos diga
lo que sentimos
y no entendemos
cuando volvemos a casa,
vencidos,
queriéndonos de nuevo,
más,
¿por qué no?,
siempre podremos ir más allá,
cómo se puede medir la fuerza de tu abrazo,
quién puede explicar un gesto de camaradas
solos en la trinchera ante ráfagas de pena y
metralla de ausencia,
soledades tuyas
donde me dejas un hueco
y te tapo,
y nunca nos decimos gracias,
porque muchas veces somos el mismo
sentados viendo los aviones,
sin hablar,
sin necesidad,
qué enciclopedia puede informar
de lo que es tu brazo en mi hombro,
prefiero oír tu jadeo cuando llegas tarde
porque tienes urgencia,
que mirar el reloj,
porque para mi,
nunca es tarde cuando llegas
y siempre pronto cuando nos vamos.
Prefiero revisar a Unamuno
para saber de Bilbao
que ver la crónica de sociedad,
escuchar en la panadería
que leer cualquier editorial
para saber cómo va el mundo,
prefiero ver la trilogía de Kieslowski,
tres veces,
seguidas,
que empaparme de tres tratados de psiquiatría,
para saber qué podemos esperar de nosotros,
prefiero volver a ver “Lost in Translation”
que ver las fotos que no hago,
para recordar mis viajes,
prefiero escuchar a Silvio
y cantar como en misa,
que todos los himnos patrios
para sentirme en casa,
prefiero rezar con Ángel González,
un poco antes de dormir
que cuatro “padres nuestros”,
para sentirme en paz,
y
a ti,
morena,
prefiero
mirar en tus ojos
que recibir cien cartas
para saber cómo estás.
Prefiero oír el patio interior de casa
que analizar estadísticas,
para saber si hay alguien en esta ciudad este fin de semana,
prefiero leer a Kirmen Uribe
que abrir una enciclopedia
para saber cómo es mayo,
prefiero releer a Sabines
para que me aclare, con detalles,
cómo es tu cuerpo
más allá de lo que veo,
cómo es mi deseo, más allá de lo que sé,
y cómo es mi pena
más allá de lo que lloro.
Preferiría cenar un arroz con chirlas,
contigo,
que descubrir el último local de moda
para disfrutar de algún lujo,
preferiría no decirte tanto adiós
porque suena a despedida,
preferiría tenerte en mi cama
más a menudo,
viajar entre tu rodillas
y tu barbilla,
recorrer tus límites,
esconderme en tus esquinas,
y luego,
hacer guardia en tu sueño tranquilo,
que navegar entre pantallas ciegas y sordas.
Prefiero contar historias,
los besos que faltan,
tus pasos caminando a mi lado
que,
ya,
los días que no estás.
Prefiero escribirte
este poema, como una letanía,
ahora que no te veo,
para decirte algo,
que nada.